10 de diciembre de 2011

Hayao Miyazaki


Hace ya unos cuantos  años que descubrí a este director de animación japonés y desde entonces no he parado de buscar su filmografía, de la que ya me he vuelto una ferviente admiradora. La originalidad de los mundos de ensueño creados por la desbordante imaginación de su director, la ingenuidad a la vez que profundidad de sus historias, la belleza de los dibujos tradicionales y los comprometidos mensajes ecologistas, antibelicistas, etc. de sus películas me cautivaron.
Miyazaki con su creación

Una de las primeras que pude disfrutar fue la ganadora del Osos de Oro de la Berlinale a mejor película y la ganadora del Oscar a mejor película de animación, El viaje de Chihiro. En un primer momento la originalidad de esta cinta me confundió, pero cuando aprendía a disfrutarla sin mi pantalla de racionalidad occidental y la vi con la inocencia de un niño que escucha fascinado las leyendas inmemoriales, quede fascinada.
Aunque el público al que van dirigidas sus películas es el infantil, estas no son una papilla que trata a los niños como tontos sino como seres cuya imaginación aun no mermada por el mundo real es más receptiva a sus historias. En las que el mundo real se funde con el de la fantasía, algo así solo es totalmente comprensible por una mente infantil. Algunos de estos cuantos que rezuman ternura e inocencia son Mi vecino Totoro , Niki, la aprendiza de bruja o Ponyo en el acantilado.
Una de la primeras pelicular conocidas internacionalmente fue La princesa Mononoke, un ejemplo muy ilustrativo de la carga ecologista que baña muchas de sus películas.
Aunque todas esta películas me encantan mi favorita es, probablemente, El Castillo ambulante (quizás porque para mi mente de adulta occidental es la más comprensible).  En esta cinta el director japonés parte de la historia homónima de la escritora inglesa Diana Wynne Jones. Y digo parte porque me he leído el libro y tan solo lo utiliza como fuente de inspiración, sobre todo en los personajes y el comienzo de la novela, y a partir de allí crea un mundo propio y una historia tierna y comprometida en la que el mensaje antibelicista es tema fundamental.
Louise

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